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La compra

Cualquier persona sin hijos puede ver la compra como algo agradable o una tarea que hay que hacer si quieres comer, sin más.

Una persona con hijos puede verlo como una liberación, siempre y cuando la compra vaya a hacerla sola.

Los hijos lo ven como un planazo en el que pueden pedir lo que quieran y que les caiga algo con toda probabilidad. Y también como la ocasión perfecta para dar por saco, para que engañarnos.

Pero para la persona que tenga que ir con sus hijos es directamente un pesadilla, y de las peores que hay.


Para mi que tengo 3 hijos es peor que eso, es el infierno, es susto o muerte, no hay posibilidades de que eso salga bien, ni una muy pequeña.


Ahí voy yo con el carro del enano y las dos niñas, una cogida a cada lado (otro día hablamos de la mierda tan gorda que es llevar a tus hijos agarrados del carro, que al final estás llevando el peso del bebé, de la cantidad inconmensurable de cosas innecesarias y porquerías varias que llevas colgadas y en la cesta, y de los niños que se cuelgan y ponen su peso total o parcial sobre él para que tires tu también de ellos, que acabas luchando y empujando el carro como si fueses en una cuesta de 90 grados, aunque sea una bajada)


Estás de buen humor, entras riendo y hablando, todo el mundo es feliz, incluso tú misma, ¿Sabes por qué? Porque no sabes lo que te espera ¡Inconsciente! que se te olvida muy rápido que acabaste llorando en un rincón del supermercado la última vez que fuiste con los tres, ¡LOCA! ¡MÁS QUE LOCA!


"Repasemos las normas: No nos peleamos, no gritamos, no nos pegamos, no metemos en el carro todas las cosas que vemos, no pedimos absolutamente todo lo que tenemos delante y no nos enfadamos si nos dicen que no. No subimos a las estanterías, no cogemos nada de ellas, sobre todo si son botellas de cristal, no nos tiramos al suelo montando un pollo porque las cosas no sean como no queremos, no atropellamos a nadie con la cesta y no hacemos nada que enfadaría o haría ponerse triste a mamá" Estas normas varían depende del tipo de hijos que tengas, yo como tengo terroristas son extensas. Siempre hay una mujer que es madre o abuela, que pasa por detrás tuyo y te mira con ternura y se muerde la lengua para no llamarte ilusa, pero no quiere quitarte la ilusión de la posibilidad de que la lectura de normas les cale hondo y, por primera vez, todo vaya sin sobresaltos.


Entras así:



"Anda cariño, ve a coger una cesta", dices tú pizpireta. Ahí empieza el primer drama: Las dos quieren la cesta, a ver ahora como negocias, guapa.

"Venga, un rato cada una", se te olvida algo... ¿Quien es la primera en llevar la cesta? que ese es otro drama.

"Piedra, papel y tijera, quien gane la lleva primero" Mega drama porque ha ganado la otra y probablemente haya hecho trampas, porque ya me dirás sino como puede ser que haya perdido.

Llevamos 5 minutos dentro y seguimos en el mismo punto, no nos hemos movido, y la gente del súper ya nos está mirando, TODA.


Cuando por fin conseguís poneros de acuerdo comienza la compra y por un momento crees que todo irá bien, hasta que tu hija mediana te dice aquello de: "Quiero esto". Ahí entras un poco en cortocircuito, ¿Qué haces? ¿Le dices que no, le dices que luego, le dices que sí? Es muy pronto para jugártela y que te monte el pollo, pero también es muy pronto para decirle que sí, queda mucha tienda por delante.

Optas por el: "¿Es lo que quieres? Solo podrás elegir una cosa" Sí, claro, ¿Qué te crees? ¿Que no lo tiene claro o qué? Venga, pa' la cesta. Te has ahorrado un drama.


Seguimos y, evidentemente, quiere otra cosa: "Solo una cosa, elije cual prefieres". Aquí viene el segundo drama porque no quiere solo una cosa, no puede elegir ¿Qué tipo de madre cruel eres? ¿Cómo puedes hacerle eso a tu pequeña vástaga? Dios, ¿Cómo te atreves? En este punto tienes una croqueta rodando de lado a lado por el suelo del súper haciéndote saber lo mala que eres y lo poco que la quieres. Tienes dos opciones: O bien la recoges del suelo o continuas caminando y, con suerte, vendrá detrás. No importa la que elijas, te equivocarás con las dos, así que reza a todos los poderes místicos del universo y a la madre tierra para que esto pase pronto.


Tercer drama: Ahora ninguna de las dos quiere llevar la cesta y se pelean porque la lleve la otra. Gritos y hostias como panes. En este punto la gente nueva te mira como si fueses la peor madre del universo, pero los que ya llevan rato pasan de ti porque se han acostumbrado al espectáculo bochornoso que lleváis dando desde que habéis llegado.

En este punto tienes dos posibilidades: Puedes acabar tu arrastrando el carro del bebé y la cesta, porque ya-está-bien-no-puedo-más-la-que-me-estáis-dando-con-lo-fácil-que-sería-hacer-la-compra-sola-quien-me-mandará-a-mi-meterme-en-el-súper-con-los-tres-que-el-que-mejor-se-está-portando-es-el-bebé-es-que-ya-os-vale-chicas-no-puedo-más-no-puedo-más, o te sacas un piedra, papel o tijera de la manga con su correspondiente mega cuarto drama porque (ésta os la sabéis ya) ha ganado la otra y probablemente haya hecho trampas, porque ya me dirás sino como puede ser que haya perdido.


En el recorrido del supermercado vivimos el quinto, sexto, octavo, noveno y décimo pequeño, gran o inicio de drama porque la mediana quiere más y más cosas. En este punto ya va haciéndose a la idea de que no va a meter en el carro todo lo que quiera, y va dejando repartidas por el supermercado las cosas que había cogido y ya no quiere porque prefiere otra nueva. Por ejemplo: La tableta de chocolate en los donuts, los donuts en las chuches, las chuches en los filipinos, los filipinos en los kinder bueno, los kinder bueno en la nata, la nata en los lacasitos, los lacasitos en las patatas y las patatas de nuevo en las tabletas de chocolate. A eso lo llamo yo "cerrar el círculo".


Ahora llegamos al momentazo hermana mayor: "Quiero esto, pero esto también, ayyyyyy ¡No se que elegir! ¿Qué elegirías tú? Es que quiero esto y esto también, ¿Sólo puedo coger una cosa? Quiero las dos... No se que coger mamá... ¡Ayúdame! Solo una cosa, ¿Verdad? ¿Cuál cojo? ¿Cuál cogerías?" Diez minutos llevas de pie esperando a que elija una puñetera cosa, que no es tan difícil, pero no hay manera. Aquí vuelves a tener dos opciones: O bien esperas el tiempo necesario a que elija una cosa coño-ya-que-no-es-tan-difícil-que-quiero-llegar-a-casa-antes-de-que-sea-de-noche-por-favor-hija-elije-ya, o bien dejar que coja las dos con el undécimo drama: A-mi-solo-me-has-dejado-coger-una-cosa-porque-a-la-tata-más-no-lo-entiendo-porque-a-mi-una-porque-a-mi-una-que-injusta-mala-no-me-queréis-porque-a-mi-inyustisiaaaaa. Evidentemente esta solución es fácil, aunque sabes que te acarreará duras consecuencias: "Está bien, cariño, puedes elegir otra cosa tú también"


De repente te das cuenta que una compra de 10 minutos se está convirtiendo en una compra de hora y media y no has cogido la mitad de lo que necesitas pero llevas medio carro en caprichos de las dos niñas, aunque te animas a ti misma diciendo: No pasa nada, ya nada puede ir a peor. Pero... SÍ. El enano se pone a llorar, se gira y se retuerce para que lo cojas y tú lo coges, claro... Lucha porque quiere teta, se tumba en tus brazos, da patadas, empuja, te araña y te tira del suelo. No tienes muchas opciones, sacas la teta y empujas el carro penosamente por la tienda mientras ruegas que cojan la puta cesta de las narices y dejen de pegarse, por favor.


En este punto ya pareces esto:





Ahora solo quieres salir de ese infierno, sobrevivir es lo único que pides, y te encomiendas a quien sea, no importa.


Llegas a la caja con tres niños revolucionados y con más energía que con la que entraron, ahí la única agotada eres tú.

Crees que todo ha acabado, pero en el fondo sabes que no es así, ahora lo único que pides es salir con un poco de dignidad, un poquito solo.


Ellas saltan, tocan, suben y bajan, tú les pides que paren, el bebé te tira del pelo, te arranca las gafas y te mete la mano en la boca.

Haces un último intento, el definitivo, te encomiendas al un, dos y tres, suele ser infalible, aunque a veces falla: "¡Parad ya! ¡Voy a contar hasta tres! Unaaaaaaaa, doooooooos, dos y medio, dos y tres cuartos, dos y tres medioooos, dos y cuatro cuartos de una, dos y dos de una de un tercio de doooooooos... ¡VALE YA OS ESTOY DICIENDO!"


Y ahora llega la hora de la verdad, poner las cosas en la cinta... Se viene el drama de nuevo: "YO NO QUERÍA COMPRAR ESTO MAMÁ, PREFIERO LO OTRO, NUNCA TENGO LO QUE QUIERO, ESTOY HARTAAAAA" y venga a hacer la mopa por el suelo. La mediana es tan amable que os limpia los supermercados, es que no la valoráis...

Este drama tiene su consecuente ataque de ira que canaliza de una forma asombrosa y nada esperada: Dándole patadas a su hermana a la mínima contradicción.


Así que esa pobre madre agotada pone en marcha el último plan por la paz: "Si no paráis dejamos todo lo que hemos cogido" Parece por un instante que la cosa ha acabado hasta que la mediana decide que es buena idea tirarle a la cabeza a la mayor cualquier cosa que tenga a mano, y empieza una guerra campal que acaba con muchas víctimas.

Los mayores damnificados son los caprichos que habían elegido las dos niñas, que se quedan apartados en un rincón cualquiera, el que más cerca quede de la caja, después las gafas que tu bebé ha conseguido tirar al suelo en plena confusión, tus hijas que se quedan sin sus cosas que tantos dramas y tanto tiempo habían costado y tú misma que ya no sabes ni donde estás.


Como os imaginaréis todo conlleva un precio, y el de tu última acción no iba a ser menos, pero tú sabes que no puedes echarte atrás o la próxima compra se convertirá en una pesadilla aún peor.

La mayor llora desconsolada porque le duele el golpe que le ha dado el objeto random que su hermana le ha tirado a la cabeza y también porque después de tanta angustia por decidir se ha ido con las manos vacías, el bebé berrea porque ha vuelto al carro de nuevo y la mediana ahora hace una mezcla entre croqueta y mopa y niña del exorcista imposible de frenar.


Acabas arrastrándola fuera de la zona de paso y haciendo mil intentos fallidos porque se levante y camine, aunque solo tienes ganas de abandonarla y marcharte para nunca volver.

Ahora nadie te quita la vista de encima, algunos enfadados, otros sienten lástima por ti, otros creen que eres la peor madre del universo y que a ellos JAMÁS les pasaría eso.


Por fin, no sabes ni como, consigues salir de ahí con la mitad de las cosas que ibas a comprar y ahora ya tienes este aspecto:




Te prometes a ti misma que nunca más vas a volver a pasar por esa tortura, ¡NUNCA MÁS! Bueno, nunca más hasta mañana que tenga que volver a comprar todo lo que me he olvidado.


¿Y a vosotras como os van las compras? ¿Tenéis algún método mágico para que no os pase esto? Si es así compartirlo conmigo, por favor...


Hijotada del día:


- No me parece juzto que tu puedas comprá lo que quieras y yo solo una cosa...

- Pero lo que yo estoy comprando es la lista de la compra. No estoy comprando lo que quiero, sino lo que necesitamos

- Pues no me parece nada justo, ¡Yo tamién quiero meté en el carro todo lo que quiera como tú!


¡Hasta la próxima!




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