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Lactancia materna


¿Pesadilla o maravilla? Que la lactancia materna no es fácil lo sabemos todas las mujeres del universo, incluso las señoras marcianas o las de Venus. Algunas se libran de las temibles grietas, pero no de otras cosas. Porque la lactancia materna, al principio, nos da a elegir entre muchas posibilidades, y todas son susto o muerte. Luego va evolucionando y, como a todo, nos vamos adaptando y nos vamos curando, pero al principio desde luego es pesadilla, sin dudarlo.

Voy a hablaros desde mi experiencia personal, y quiero puntualizar que no quiero menospreciar ni muchísimo menos a las mujeres que han optado por darles a sus bebés biberón. Cada una decide según sus posibilidades o porque le sale del papo, faltaría más.

Hay mil maneras de criar y educar a nuestros hijos y ninguna está por encima de las demás.

Las mamás desquiciadas no juzgamos ni creemos que somos mejor que la mamá de al lado. Nosotras sabemos mucho de eso de querer, pero también conocemos el lado oscuro de la maternidad, y no nos avergüenza reconocerlo.

Sudor, sangre y lágrimas fue lo que me costó a mi continuar con la lactancia, porque una cosa es segura, para seguir y no rendirnos hay que tenerlo más que claro, transparente. Ahora puedo hablar de tres fases: En la primera la odio, en la segunda me encanta y en la tercera la vuelvo a odiar.

Mi primera fase fue la de odio profundo con grietas y pezones sangrantes (tuve suerte, me pasó con la primera... Y con la segunda también)

Con la primera fue la inexperiencia: Que si no se que hago mal, que si póntela así, que si levántala de allá… Con la segunda fue: Es que tu piel es blanca nuclear (nucelar, como dirían los Simpson) la tienes fina, sensible y delicada como no he visto otra igual…

La cuestión es que por una cosa u otra mis lactancias fueron peores que los partos.

Al principio las pezoneras funcionaron, luego eran una tortura, así que tuve que empezar con el sacaleches…

¡¡Ufff!! ¡Ese es un aparato del demonio! ¡Eso te succiona hasta el alma! Al principio sale poquísima leche, tan poca que acabas deprimida, luego ya va saliendo más, pero a condición de estar todo el día enganchada a él. Aún y así fue mejor eso que lo otro.


Cada vez que la niña se acababa un biberón (con esa tetina especial para que no rechazase mi pezón después) yo me ponía media hora o más a sacarme la siguiente toma.

En teoría funciona ¿No? Pues no, porque llegan las crisis de lactancia en las que el bebé pide más de la cuenta y con la libre demanda, ni el sacaleches ni mis tetas daban a basto, y debo reconocer que algún biberón con leche artificial cayó.

Porque la libre demanda es la forma de esclavismo más tolerada, en la que la madre se siente como una simple vaca lechera y vive solo pensando en alimentar a su cachorro. Comes para tener suficiente leche, tienes miedo a que tu leche no alimente, que tu bebé no engorde, que si tu bebé llora mucho es mi culpa que es que mi leche tal y mi leche cual, que si soy una fracasada porque…

¡STOP! Respira… Respira hondo… Tienes suficiente leche, tu leche le alimenta, y ¿fracasada? ¡Pero mira lo que has hecho tú solita! Parirle, sostenerle y ahora alimentarle, aunque duela.


En esta época tenemos más fotos de nuestras tetas en el móvil que en toda nuestra vida, y no nos importa mandárselas a nuestra familia o amigas con textos como: ¨Voy a perder un pezón un día ¨ o ¨No deis la teta cuando tengáis hijos, es veneno¨ o ¨Cada vez que se engancha a la teta lloro y quiero fugarme¨

¿Y que me decís de nuestro modelazo de estar por casa? Camiseta por encima de las bubis, sin sujetador que pueda rozarlas, y se nos ponen los pelos como escarpias solo de pensar en que tenemos que taparlas cuando vamos a la calle.


Y seamos claras, las crisis del lactante son una putada ¿No podríamos tener un botón incorporado para regular la cantidad de leche que sale dependiendo de cuanto quiera el bebé desde que nace? Es que ya es el colmo del esclavismo... Y lo dice una que tuvo dos niñas muy, muy, pero que muy ¨mamonas¨

Lo peor es que en casa todos tenemos pezones, pero los únicos que quiere son los tuyos, por lo que nadie puede alimentar al bebé más que tú: cuando el bebé quiera, como el bebé quiera y el rato que al bebé le vaya bien. Mientras tanto, el resto disfruta de su espacio personal. No entiendo porque la evolución no le dio a los hombres unos pezones funcionales y sí una voz más grave, que ya me dirás tu para que sirve eso…

¿Y qué me decís de la subida de leche? Ésta la sufres hayas tenido grietas o no. De ésta no se libra ni la vecina del quinto. De repente parece que van a explotar y duelen. Solo tienes ganas de que el bebé succione como si hiciese dos semanas que no hubiese comido nada, aunque en ese mismo momento lo eche por el pañal. No hay cosa que haga que te quedes más a gusto. Que te vacíen las tetas de leche no tiene rival (a parte de hacer caca)

Y si no haces una mastitis has tenido suerte… Encima tendremos que dar las gracias…

Al final las grietas se curaron, y pude entrar en la segunda fase. En esta fase la lactancia se ha instaurado y ya te empiezas a sentirte cómoda y a gusto. Ya no hay subidas de leche, el pecho no parece que vaya a explotar, te relajas y todo surge. Aquí descubres las cosas positivas de la lactancia materna: Siempre llevas el tentempié encima, mientras estés tu no pasará hambre, no tienes que pensar en comprar leche en polvo y dejarte una pasta, no tienes que acordarte de preparar biberones cuando te vayas de casa, no tienes que desinfectar tetinas, tener tan cerca a tu bebé y otras tantas ¡La lactancia de la segunda fase es súpermegaultra genial! Y te alegras de no haberte rendido.

Hay una cosa en la que te cambia la lactancia: En la manera de ver tu cuerpo. No se si a vosotras os pasó algo parecido.

Yo que era más bien reservada con mi cuerpo, y mis tetas solo las veía yo y quien yo escogiese que podía verlas, fue dar a luz y automáticamente las vi como biberones de piel.

Yo me sacaba la teta allá donde fuese, no importaba. Mis tetas se las conoce de memoria todo mi barrio.

De hecho recuerdo un día saliendo del médico con la niña enganchada al pecho, se durmió y la puse en el cuco. Seguí caminando como si tal cosa, cuando papadesquiciado me dijo: ¨Emmmm… Cariño… La teta¨ Y ahí estaba ella, libre como un calcetín recién exprimido, por encima del sujetador y la camiseta, observando el paisaje.

Porque hay una cosa que yo no consigo entender... ¿Cómo alguien puede ver algo lascivo en un pecho lactante? Si es lo mismo que el pecho de una vaca y a ella nunca le dirían: ¨Mire, perdone señora vaca, pero… ¿Puede taparse un poco que me incomoda?¨

Eso sí, a mi nunca nadie me dijo nada.

Otra vertiente son los señores que te miran, que a esos sí que puedes decirles: ¨ Circule señor cerdaco, que esto no es para usted ¨

Me volví una experta en lactancia, podía ir al primark de compras y con un solo brazo buscar chollos igual de rápido que cualquiera sin bebés ni tetas lactantes.


Luego ya entré en la fase tres, que es la que empiezas a odiarla un poquito de nuevo. Ese momento en el que te apetece estar haciendo cualquier otra cosa, como por ejemplo estar sentada en el sofá sin la teta fuera y una niña enganchada a ella.

Y aquí empieza la ¨desescalada tetil¨

El destete respetuoso… Qué responsabilidad ¿verdad? Pues sí, lo es, porque no solamente tiene que estar preparado el peque, también tú.

Yo empecé limitando algunas tomas, sin que se dieran cuenta. La verdad es que no fue difícil teniendo en cuenta que ya tenían sus dos añitos, y les entraban mejor unas lentejas.

Teta de desayuno, después de comer de postre y después de cenar.

Poco a poco y sin que fuesen conscientes remplazamos una toma con otra cosa, hasta que al final ya no se acordaron de ella.

Lo que tengo claro ahora es que hay que llegar preparadas para la lactancia al parto, si es lo que queremos, y que es igual de importante que otras muchas cosas.

Deberíamos de ver mil vídeos, leer mucho, y asesorarnos si es que tenemos alguna duda.

La lactancia materna no es perfecta, pero debemos saber que no estamos solas.

Si nos sentimos perdidas, tristes o desesperadas podemos contar con expertas. Hay asociaciones prolactancia y asesoras en todos sitios, y seguro que están encantadas de atendernos cuando nos sintamos así.

¿Y vosotras también practicasteis lactancia materna? ¿Optasteis por artificial? ¿Os fue fácil o difícil? ¿Cómo lo vivisteis?

Explicarme cositas, me encantará leerlas.

Hijotada del día:

-Mamá, cuando era pequeña…

-Sigues siendo pequeña

-Pero cuando tenía cinco años y era pequeña

-Tienes seis…

¡Hasta otra amiguitas!





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