Las hormonas, las grandes culpables de casi todos los desastres
¡Hola amiguitas!
Como os comenté en mi post anterior las hormonas han hecho grandes estragos en mi. Por una parte me han dejado el cuerpo, los sentimientos y el cerebro podridillos, pero por otra parte han ayudado a que me conozca mucho más, y eso amiguitas es lo positivo de las hormonas y sus cambios. Gracias a ellas he hecho unas instrospecciones de la leche, y me reconozco como una persona diferente en cada etapa de mi vida, aunque la esencia siga siendo la misma. Las hormonas nos obligan a analizarnos desde diferentes puntos de vista, y eso hace que nos conozcamos en muchas situaciones diversas, no somos estables siempre, pero eso también está muy bien. A veces nos volvemos un poco locas, y no sabemos muy bien lo que nos pasa, nos sentimos mal, tristes, o eufóricas, y lo genial es que siempre podemos decirnos: ¨son las hormonas...¨
Algo parecido le pasó a papadesquiciado hace algunas semanas. Llegó triste, cabizbajo, agobiado y agotado mentalmente. Yo nunca antes lo había visto así, y el aseguró que nunca se había sentido así, que no sabía que le pasaba, que sentía un agujero existencial y que no sabía de donde provenía, se sentía tan triste que le quemaba y había pasado de golpe y no paraba de preguntarme que cuando yo me sentía así porque motivos eran, y cavilaba acerca de que probablemente fuese por stress del trabajo, y se echó a llorar como si nunca más pudiese volver a sentirse bien. A mi me sonó mucho a lo que nos pasa a nosotras, o a la mayoría de nosotras, esa tristeza sin explicación, o ese mal humor sin que haya pasado nada, y me puse a buscar por internet si los hombres también pueden tener cambios hormonales... ¡Y sí que pueden! Aunque imagino que es menos frecuente. Así que le dije que se fuese a dar una vuelta y a tomar el aire, y que intentase conocerse también en esa situación. Volvió más o menos igual, y mientras le abrazaba le dije (un poco cabrona yo, lo se):
-Igual algún poder universal te ha hecho sentirte como yo me siento a veces para que así me entiendas de una puñetera vez...-
Porque no, no nos entienden, pero se toman la licencia de decirnos que si nos va a venir la regla cuando nos enfadamos o nos ponemos tristes, y no, por ahí no, una cosa es que nos lo digamos nosotras mismas, y otra cosa muy diferente es que nos lo digan ellos, porque ellos lo utilizan para echar balones fuera: ¨No he hecho nada malo y por lo tanto no puedes haberte enfadado conmigo, el problema es que te va a venir la regla y por eso estás así, no por algo que yo haya podido hacer, no hacer, decir o no decir¨
La verdad es que yo tengo suerte, papadesquiciado nunca ha pronunciado esa frase, pero eso no significa que entienda como nos sentimos.
¿Recordáis que en el anterior post os hablé de mis gordurillas postparto? ¿Y que la lactancia no me ayudó a volver a mi físico de antes? ¿Y que seguro que eso también era culpa de las hormonas y del metabolismo podrido? Pues otro de los síntomas malditos y decepcionantes hormonales postparto es el de la melena. En los dos embarazos lucí una melena brillante y espléndida. El pelo crecía a una velocidad vertiginosa, no se engrasaba, no se caía, era increíble. Mi pelo no esperó a acabar con la lactancia para caerse y degradarse, fue dar a luz y ¡PUF! ¡Se acabó la magia!
Yo nunca he sido de frondosa cabellera, las cosas como son, pero es que me quedé con 3 pelos raros, de textura extraña, sin vida, sin luz y sin nada... Aunque yo ya estaba acostumbrada a poco pelo, fino y insulso, fue un shock.
La verdad es que lo mío es genético, a mi abuelo le patinaban las ideas, tenía 3 pelos en la nuca desde bastante joven, y creo que nunca lo asimiló. Una vez mi hermano pequeño frikigames (Os podéis imaginar, es un friki de manual, y en sus ratos libres un viciado de los juegos de ordenador) tenía piojos, no había manera de acabar con ellos... Venga tratamientos, venga potingues, venga alcohol con bolsita de plástico, venga liendrera para arriba y para abajo, y no acabábamos con ellos (spoiler: un día súper enfadada ya con la situación cogí unas tijeras y le corté el pelo... Se lo dejé como a una muñeca y se acabaron los piojos) Recuerdo a mi abuelo llamando a mi madre, la penitas, y pidiéndole que le revisase el cabezón pelón porque le picaba mucho y creía que mi hermano le había pegado los piojos. ¡No nos pudimos reir más! Os imagináis los chascarrillos, ¿No? :
- Ésto es un piojo en la cabeza del yayo y ¡¡¡Fummmmm!!! Uy, me he resbalado...
- Mil piojos en tu cabeza patinando...
- Tienes 3 piojos con zapatos de escalada...
O cuando se metió un murciélago en casa y fue a sacarlo con una chaqueta en la cabeza para que ¨no se le engachase al pelo¨...
En fin, podría explicar miles de historias de mi abuelo y su no-pelo aunque el creyese que sí.
Así que aunque la cosa sea hereditaria, mi hermano pequeño ¨el frikigames¨ y mi hermano mediano ¨el favorito¨ (porque aunque las madres digamos que no tenemos un favorito. Igual no un favorito como tal, pero sí que un hijo con el que nos entendemos mejor, nuestros carácteres se asemejan o empacan mejor, y no pasa nada, los queremos igual, pero somos personas ante todo, y a veces los aguantamos solo porque son nuestros y les queremos, y el favorito de mi madre ¨la penitas¨ es mi hermano mediano) son ya calvos como pelotas de futbol, en mi caso, creo que las hormonas también tienen parte de culpa.
¿Y a vosotras os lucían como nunca las melenas en el embarazo y luego todo fue un PLOFF al dar a luz como a mi, o al contrario?
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Hijotada de hoy:
Íbamos paseando tan tranquilas, cuando absorvigirl me mira muy seria y me plantea una duda súper existencial para ella:
- Mamá, a ti que te da más gusto, ¿Hacer caca o que te rasquen cuando te pica?
¡Hasta otra amiguitas!