Parques infantiles, ese extraño universo
Que las madres sentimos un amor-odio por los parques infantiles no es ningún secreto.
De hecho, lo que sentimos es odio la mayoría de las veces, y de vez en cuando "cariño", pero amor, lo que se dice amor, nunca.
Pero hay algo peor que eso, y es que los odiamos y necesitamos a partes iguales. Sin ellos nada sería igual, pero con ellos tampoco. Es lo que se llama un ¨ni contigo ni sin ti¨.
Pero para los niños NO, para los niños no hay un plan mejor. Como cuando estás tan cansada que solo tienes ganas de llegar a casa, y a ellos aún les queda un poquito más de energía para el parque (¡YO TE MALDIGO!)
Cuando salen del cole y tu piensas que el día en la calle ha terminado por fin, y podrás ir a hacer todo lo que tienes pendiente en casa, te llevas el chasco: "todas mis amigas van al parque hoy, yo quiero"
Y ahí te entran unas ganas locas de decir: "y si Fulanita se tira por el balcón tú también? " como te decía tu madre, pero en vez de eso mantienes la mente fría y caes en la cuenta de que a lo mejor estar encerradas en casa hasta la hora de dormir tampoco es buena idea.

Llega una edad en la que puede empezar a ser incluso algo agradable estar en el parque. es esa franja de edad en la que tus hijos son más mayores y ya se valen por ellos mismos, no tienes que andar detrás como un zombi.
En ese momento puedes relajarte (medianamente) en un banco, e incluso hablar con otras mamás y tener un rato de conversaciones adultas dentro de ese extraño mundo infantil.
¡Que bien! ¿Verdad? Pues no es mi caso.
Yo tengo a una independiente, y a otra terremoto que no me deja descansar.
Minilapa tiene un muelle en el culo, no puede estar quieta, y por ende yo tampoco.
Para allá, ahora para acá, ahora se enfila al tobogán, ahora trepa por esa red, y ahora se engancha como un mono a esa reja.
Mientras tanto yo estoy abajo poniendo los brazos por si se escamocha, o siguiéndola de un lado a otro, porque si me despisto se fuga o prende fuego al parque.
Y de lejos miro con desidia y envidia ese banco con madres cotilleando, y me digo a mi misma: "Tranquila, algún día... Algún día... "
¡Que duro es el parque! Es una ciudad sin ley donde gana el más fuerte (o el más borrico)
mientras los padres vamos como locos haciendo que se cumplan los derechos básicos de la infancia. Es decir, que se aparten cuando otro peque se quiera tirar por el tobogán, que el tiempo en el columpio no exceda lo estipulado si hay cola, que no hayan empujones y que se respete el turno.
Bueno, no siempre ¡Que más quisiéramos!
Siempre están los típicos padres-madres que van al parque a soltar al niño cual salvaje, y ya te apañarás. Niño, estoy en este banco, ya te aviso cuando sea hora de irnos, y no molestes mucho que tengo muchos WhatsApps que contestar...
O PEOR: Las que se ponen a hablar con otras madres y se olvidan de que tienen hijos (todas las de ese banco)
En este caso ves a sus hijos asalvajaos' casi en taparrabos corriendo, saltando, sin respetar los turnos, trepando por el tobogán donde arriba esperan 5 niños para tirarse (y no pueden hacerlo porque están los padres responsables abajo recordándoles: "espera a que se aparte el nene")
Cuando llegas y ves el percal ya sabes que ese día vas a tener movida.
Tienes que estar vigilando a tus hijos y a los suyos.
De vez en cuando miras al grupito de madres con rabia y te entran ganas de ir y decirles que muevan el culo, que tú no tienes porque educar a sus hijos, que ya tienes bastante con los tuyos. Pero la mayoría de las veces acabas diciendo lo siguiente:
"Nene, sal por favor, que la nena quiere tirarse" "Nene, no te toca a ti, aparta por favor" "Nene, no empujes a la niña" "Nene, no le tires arena por favor, tíratela a ti mismo, no a ella" Y así toda la tarde...
Llegas a casa contracturada y de mal humor, y odias al nene y a su madre también.

Y si creéis que durante mi post operatorio, cuando aún estaba coja y dependía de mis muletas, la cosa fue diferente os diré que no. A las tullidas nos hierve la sangre igual.
Recuerdo un día que, desde un banco (os recuerdo que estaba recién operada de la rodilla y medio inservible) vi que una niña apartaba tres veces a absorbigirl sin dejarla subir al tobogán y sin que sus padres intercedieran (ya sabéis, el móvil era más interesante)
Me encontré a mi misma, sin vergüenza ninguna, y algo roja de impotencia por no poder ir allí, gritando como una descosía: "A ver cariño, ¡¡¡DILE A LA NENA QUE VAS TÚ AHORA Y QUE POR FAVOR DEJE DE APARTARTE QUE YA VAN 3 VECES Y TE DEJE PASAR DE UNA VEZ QUE EL TOBOGÁN NO ES SUYO!!!"
La realidad es que ese grito desesperado fue más para los padres que para esa niña o la mía, pero por si os lo preguntáis: No, no se dieron por aludidos.
¿Me seguí poniendo nerviosa en el parque con los padres ausentes? Comprobado.
¿Mi vena siguió hinchándose de lejos? Comprobadísimo.
No tengo arreglo.
Creo que los que no tienen hijos no me entienden cuando les digo que ojalá llueva, pero seguro que vosotras sí, ¿Verdad? Los días de lluvia NO hay parque, y eso es MARAVILLOSO.
¿Y vosotras odiais el parque tanto como yo o soy la mayor odiadora de parques del mundo? ¿Tenéis alguna anécdota curiosa del parque? ¿Sois de esas madres que tienen la suerte de quedarse en un banco tranquilas o sois como yo, unas zombis?
Hijotada del día:
- Mamá, ven
- ¿Qué quieres?
- Jugá
- No amor, estoy muy cansada
- Mamá ¡A jugá!
- No quiero ir ahora, cariño
- Vale, tonces teno pipí.
¡Hasta la próxima amiguitas!